A Ella. Que me hizo ver la luz por primera vez y sin la que vivo rodeada de tinieblas.
Empacharme de recuerdos y de azúcar
hasta que abrasen mi esófago
la soledad y la amargura.
Ningún padre quiere sobrevivir a sus hijos pero nadie habla del drama de ver morir a una madre. Verla consumirse como una vela a la que no le queda más cera para iluminar y termina por apagarse, dejando como único recuerdo un hilo de humo que baila en el ambiente hasta disiparse del todo.
Un paquete de patatas fritas y una copa de vino no es todo el consuelo que necesito para sosegar este sentimiento.
Porque la hinchazón de estos ojos no me permite ocultar que tengo el alma rajada, el corazón apaleado y la sonrisa fingida.
Terceras navidades sin Ella.
[ .. * .. ]
No hay comentarios:
Publicar un comentario